-Nada, simplemente sé Vos mismo, aunque sea por unos minutos. -¿Yo mismo? -Sí ... sí ... Vos mismo... -No entiendo. Yo soy “Yo” mismo. -Vamos, no te hagas el piola, vos sabés perfectamente a que me refiero. -Para saberlo tendría que leer tu mente. -¡Ah, mirálo al Señor!, como si no lo hicieras permanentemente. ¡Qué bueno que sos! ... ¡No, eso nunca!, por supuesto que no podrías hacer eso ... leer la mente de la gente ... no eso nunca lo harías .... -¡Pero si eso es algo que yo mismo me he prohibido! -Sí, claro. Y así estamos. Vamos ... no perdamos más tiempo, sólo tenés que pensarlo por un momento. Desearlo, no sé, tal vez guiñar un ojo ... o fruncir el entrecejo ... ¡Vos sabés! como aquello de: hágase la luz ... y la luz se hizo. -¿Y después? -Y después, todo será distinto. No más enfermedades, no más gente vieja, no más muertos, no más guerras, no más criaturitas abusadas, no más chiquitos con problemas mentales ... ¡Vos sabés! -... ¡Después ... no más de ésta mierda de mundo! -Ah, ya veo. ¿Y vos crees que eso es lo correcto? -¿Correcto?... ¿correcto?... ¡No puedo creer que me hagas esa pregunta! ... ¡Pues claro que sí Hombre! ¿Acaso te parece correcto esta porquería que hiciste?... Abrí lo ojos y mirá: algo más de seis mil millones de personas ... La mitad de ellos está cagándose de hambre ... niñas y niños que deben entregar sus cuerpos a viejos asquerosos para poder llevarse un pedazo de pan a la boca ... millones de enfermos dispersos por todo el mundo, sufriendo dolores que ni siquiera tu propio hijo ha sentido ... Madres llorando muertes por doquier, esposas desconsoladas. ¡Esto es lo que Vos has hecho! ... Date cuenta de que está mal y corregilo. -Pero ... ¡Yo no hice esto!.
-No, claro que no. Ahora me vas a decir que esto lo hizo uno de tus ... cómo llamarlo ... uno de tus "preferidos", cuando un día abrió los ojos y se sintió más que vos y bla, bla, bla ... -Bueno ... algo de eso pasó.
-¡Pues claro! Y vos dejaste que él hiciera lo que quisiera, total, "aquí todos somos libres de hacer lo que queremos" -Ése es el punto. -¡Sí, ya lo sé! ... El famoso "Libre albedrío" ... Mirá Dios, creo que ya es hora de que alguien te lo diga: Eso del libre albedrío es un invento de tu "preferido" desleal, que hasta vos mismo te tragaste. ¿Cuánto hace que no chequeas las oraciones y pedidos de la gente? ... ¿Acaso estarás necesitando nuevas casillas de e-mail para conectarte con ellos? ¿Por qué no hacés una consulta a los seis mil millones de tipos que creaste y que en este momento “disfrutan” de TU mundo y les preguntás si ellos están de acuerdo en cómo están las cosas? ... Dale, chasqueá los dedos y proponé un cambio. Vamos, ¡consultalos! ... -Mmm. -¡Ah! ... veo que “El Verbo” se ha quedado sin palabras... -Pues no me he quedado sin palabras, sólo estoy pensando -Sí claro. Tomate todo el tiempo que quieras ... Y podés estar otros cinco millones de años pensando, total, “aquí no pasa nada”. -No es para tanto, al final la historia termina bien. ... Ring ... -Sí, por supuesto, al "final" todos nos vamos al "Cielo". ¡Vaya qué bueno! ... ¿Por qué no se lo decís vos personalmente a esos padres que están enterrando a ese niñito que pasó tres de los seis años que vivió de médico en médico tratando de curarse el cáncer que destrozó su cerebro? ... ¡Andá! ... Bajá y decile a esa criaturita, que tiene la panza hinchada por el hambre, que no se haga problemas porque esa sensación desagradable e inexplicable que producen los sentidos por no comer, será recompensada cuanda vaya a Tu Cielo ... ¡Por qué no les das el Cielo "ahora" y te dejás de joder! ...Ring ...
-Vos sabés perfectamente la respuesta. Vos muy bien sabés que con sólo proponérmelo podría cambiar las cosas y hacerlas mejores para la gente, pero también sabés que ésa no es la solución, porque los hombres necesitan de ... ... Ring ... Ring ... Ring... El teléfono me hizo saltar de la cama. No era común que sonara a las tres de la madrugada.
Algo mareado y tambaleando bajé las escaleras, aturdido por el sueño y retándome a mí mismo –una vez más- por no haber llevado una línea a mi dormitorio o haber bajado el volúmen del timbre del teléfono antes de irme a dormir.
-Hola.
-Hola ... ¿sos vos?
-¡Depende de quién vos creas que yo sea!, ¿quién habla?
-Alberto, habla Alberto, necesito verte. Es urgente, creo que metiste el hocico donde no debías, necesito verte ahora mismo.
¡Otra vez sopa! -pensé- estos políticos son todos iguales, no soportan que se los investigue ni se les señalen sus trapizondas.
-¡Eh! ¿Qué puede ser tan urgente que no pueda esperar hasta mañana?
Yo llego como siempre ... a las ocho estoy en el Tribunal. Mandame el expediente con alguno ... y yo te lo miro a primera hora .
-¡Qué expediente ni expediente!... Olvidate del laburo ... se trata de vos ... tu vida corre peligro, decime una cosa ... ¿estás con tu hijo mayor?
-No, Gastón está con su madre, en Buenos Aires
-Bien, eso es bueno, vestite y venite urgente a casa, dejá el coche a una o dos cuadras, tratá de que nadie te vea.
Volví a mirar el reloj, eran las tres y diez de la madrugada, afuera ya había algo de claridad. Por un instante pensé que se trataba de una broma de mal gusto. ¿Qué podría haber hecho yo para que el Ministro más influyente del gobierno de mi provincia me llamase a las tres de la mañana?. ¿Cuál de todas las investigaciones que yo impulsaba desde el Tribunal podría estar molestando tanto, como para que quieran, sencillamente... eliminarme?
¿Y si en lugar de una broma era una trampa? -No, Alberto no se prestaría a eso- me contesté en voz alta. Sea lo que fuere, broma o trampa, debía descubrirlo.
Me vestí rápidamente, lavé mi cara con agua helada y corrí al auto. Al encender el motor pensé que sería conveniente avisar a alguien, un testigo, alguien que supiera de mis últimos pasos.
-¡Que drástico!- repensé esas palabras -... “mis últimos pasos” ... y sentí una mezcla de miedo y vergüenza que terminó por hacerme reír. -No, mejor no involucrar a nadie más- continué hablando conmigo mismo en voz alta (algo que desde hacia tiempo se había convertido en cosa de todos los días), -pero, si lo que intentan es hacerme mierda, cuando menos debo dejar algunas pistas para que se sepa qué me ocurrió.
Baje rápidamente del auto en busca de papel y lápiz. Escribí en pocas palabras el llamado del ministro y mencioné que mi vida corría peligro, “deben revisar las causas que se están investigando en el Tribunal” agregué, finalizando la nota con la hora: 3:45.
Las primeras luces del día hacían menos sombría mi extraña salida. Abrí el portón y mirando hacia todos lados -para asegurarme de que nadie me viera- salí en dirección a la casa de Alberto. Todo estaba dormido como si el universo entero fuese un tremendo error.
La ciudad de Ushuaia se mostraba tranquila, como siempre. Algunas luces, humo en las chimeneas y un silencio sólo interrumpido, en ocasiones por lejanos ladridos. En pocos minutos llegué al lugar. Decidí dar un par de vueltas en las inmediaciones de la casa de Alberto y luego dejé el auto a la vuelta. Bajé con cierta intranquilidad mirando hacia todos lados, como esperando ser atacado por una banda de mafiosos. Nada. Todo estaba en silencio. Apuré el paso.
Al llegar, la puerta se abrió sin necesidad de llamar.
-Pasá, pasá …
-¿Qué ocurre viejo?.
-¿Decime Claudio, no te alcanza con revisar los papeles?.
-No entiendo.
-¿Para qué mierda te metés con el tema del oro, huevón?
-¿El tema del oro? ... ¿de qué me estás hablando Alberto?
-Te hablo de las exploraciones que se están haciendo detrás de las tierras de la Tata Fique, donde están buscando oro. … No te hagas el boludo, vos estuviste allí, te vieron husmeando el sábado pasado, ¿o no?
En realidad no podía entender nada hasta que recordé ...
-El sábado pasado tuve un ... problemita ... con el parapente
y me vi obligado a bajar, bueno ... en realidad me bajó el viento, un venture que no conocía, un par de kilómetros detrás de las antenas, al oeste de playa larga, pero no tenía ni la más puta idea del tema del oro … Gracias a Dios que encontré un lugar sin árboles donde caer después de que una ráfaga de viento norte me sacó de mi ruta de vuelo.
-¿De modo que estabas volando en parapente y caíste ahí por... digamos... “puta casualidad” ?-
-Ma’ qué casualidad, yo diría de puro pedo, ¡casi me hago mierda!
-¡Y te metiste en un despelote enorme!, ellos creen que estabas haciendo otra de las tuyas y están furiosos, te quieren hacer boleta.
-¿Ellos?
-Es mejor que no sepas nada más, trataré de explicarles que vos caíste ahí por accidente ... ¿vos me entendés?
-No, pará viejo!, me sacaste de la cama a las tres de la madrugada, me dijiste que mi vida corría peligro y ahora querés que vuelva a casa a mirar la televisión.
-Sí. Eso es exactamente lo que te conviene. Volvé a tu casa y mirate una buena película en la televisión, ¿me entendés?
-No.
-Mirá Claudio, nos conocemos desde el año ochenta y seis. Tengo un gran aprecio por vos. Sé que sos un gran laburador, honesto y un buen tipo. Y también sé que sos capaz de meterte en cualquier quilombo cuando sospechas que hay algo que se está haciendo fuera de la ley. Pero esto va más allá de la corruptela en una compra directa o de un currito en una licitación. Olvidate de todo, volvé a casa y olvidate de todo. ¿Me entendés?
-No, no entiendo nada. Pero te agradezco lo que dijiste recién. Si fueras una mujer te daría un beso.
-O.K. O.K. ... me alegra que lo tomes en joda ... Perdoná el susto y quedate tranquilo. Yo me voy a encargar de aclarar todo lo sucedido y ... a otra cosa...
Salí de la casa de Alberto con un gran matete en el bocho. Nunca hubiera creído que sería capaz de mezclar el trabajo con el placer. Jamás hubiera sospechado que iría a mi trabajo en parapente. Lo cierto es que, sin quererlo había metido el dedo en el ort... digo en el ojo a un “grande”.
Oro, “ellos”, exploraciones, lugares secretos, peligro de muerte ...
Todos los elementos que necesitaba para pasar mejor mis solitarias vacaciones. Después de todo, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida...
-Tal vez sea ésta una buena oportunidad para olvidar y dejar atrás mis depresiones pensé. Y sin siquiera imaginar lo que vendría me volví a casa contento, como perro con un hueso nuevo... ¡Y vaya qué hueso!