Me voy a presentar... mi nombre es Fabián...
Para que me vayan conociendo, imaginen a un hombre de treinta y tres años de edad, con algo menos de un metro setenta de altura y algo más de cien kilos de peso.
¿Rostro?... no tengo rostro..., podría decir que tengo ojos color celeste triste y cabello rubio ceniza, una nariz que ni siendo grande ni chica no es la ideal para mi cara.
Mi piel es blanca (por si el dato importa).
Pero para completar mi descripción es necesario que sepan que mi cerebro imagina que tan sólo tiene tres, cuatro y, en ocasiones (aunque muy pocas) cinco años.
Por eso no tengo rostro, dado mi cerebro no puede tener las riendas firmes no tengo expresión, si me vieran cara a cara -cosa que por lo general evitarán- dirían que tengo expresión de tonto.
Ah!, lo olvidaba, tampoco puedo hablar, sólo algunas palabras sueltas que puedo pronunciar por repetición y siempre acompañadas por movimientos -casi bruscos- de mis manazas; como si tuviera que tirar de una gruesa y pesada soga para sacar cada palabra de mi boca.
Y para completar ésta pequeña descripción de mi envoltura, deberán saber que, en cada vez más frecuentes ocasiones, sufro mareos, tal vez algún tipo de fobia a los grandes ambientes y fundamentalmente a las escaleras, probablemente, las pocas neuronas que aún tengo ya se están poniendo viejas y rezongonas.
Bien ya me pueden imaginar, ahora, -acérquese un poco- .... -un cachito más cerca- ... -no tenga miedo, acérquese- ...-sólo quiero decirle que tengo una historia para contarles, tal vez con ella pueda darle una mano a mi hermano que quiere ser escritor. -lo digo en voz bajita para que él no me escuche- éste será uno de nuestros secretos ¿vale? ... Gracias.